Calma

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Un día la miré a los ojos y todo aquello que habíamos vivido, todo atisbo de recuerdos, se borró. A pesar del resplandeciente color castaño verdoso,que un en un pasado pude ver, sus ojos parecían volverse de un negro intenso, el cual te llevaba a sus recuerdos pasados que saltaban a su mente como si de un proyector se tratara.

En su rostro ,se distinguía el cansancio de la rosa marchita, que dejó atrás su color brillante por causas que ni el tiempo puede remediar; su mirada, reflejaban los esfuerzos por recordar imágenes, figuras o siluetas como mi cara y yo en mis intentos por buscar algo de lo que conocí de ella, me vi en un fracaso rotundo y decepcionante que me llevó a pensar o a preguntarme si aquella persona , que no hace mucho compartimos experiencias y días juntas, ya no estaba allí, se había ido a lo mas profundo de su mente junto a los recuerdos de un pasado no tan pasado.

Lo que queda es la rabia y la cuestión, ¡ETERNA CUESTIÓN!, de por qué ella, por qué vino a por ella y se la llevó tan lejos pero a la vez la tengo tan cerca. También me quedan mis recuerdos, dolorosos ahora y algo estropeados, de días juntas, de una vida distinta, una vida con ella.

Tres años pasaron, tres años sin verla, sin oírla, tres años ... Se me ahogan ahora las palabras, tres años, eso es , para mi, una eternidad sin vida. Pero después de tanto tiempo, la vi, estuve con ella. La encontré en un sillón, al fondo de una habitación blanca y fria, rodeada de otros como ella,pero para mi allí estábamos ella y yo, con la mirada perdida y ensimismada en ella misma, todo lo de su alrededor le era ajeno, de repente noté como se me helaba el corazón y se volvia tan frio y oscuro como aquella estancia al ver que su cuerpo, demacrado, y desgastado por el cruel paso del tiempo y aquello que se la estaba llevando, seguía con vida, pero que su ojos se habían convertido en un tempano de hielo, casi sin vida, casi sin luz.

Aquella tarde, en el que nuestras miradas se volvían a cruzar , esa tarde, se me hizo un suspiro al lado de tantos años juntas, pero la sentí de nuevo, entre lagunas y lagunas mentales cuyo único sentido era estar con ella, estar a su lado. Yo sabía, y aun hoy lo sé, que ella no va a volver, que nunca será igual, que nunca volveré a cantar con ella, que ya no reconocerá mi rostro. Ya son tantas las cosas que no volveré a hacer, solo porque no esta ella, que me siento como un cuyo engranaje está parado y no pudiera volver a andar por la falta de una pieza.

Aún hoy, en sueños, hablo con ella. En estos sueños, tengo cinco años, la luz clara, casi divina, baña la habitación de la que fue mi casa en la infancia, ella está tan radiante y bella como por aquel entonces pero , sobe todo, su mirada es la de por entonces, llena de dulzura y de vida. Desde la cocina me viene el dulce olor del cacao caliente y me inunda la paz, el calor y la clama, me siento segura. Ella se sienta a mi lado y me sonríe y en ese momento, justo en ese momento, una lagrima se arrincona en el extremo de mi ojo, y sin poder evitarlo, salta a mi mejilla ... La quiero tanto.


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1 comentario:

Sandra dijo...

Precioso. Tienes que ser fuerte y la vida te compensará algún día con algo hermoso. Los recuerdos que tienes guardalos como un tesoro porque eso es lo más valioso, lo que te recuerda cómo era ella. No la olvides nunca.

Besos guapa.

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